¿Por qué escribo una prueba de una FJ? En mi web tengo todo lo que se puede hacer y deshacer sobre ellas, trucos, inventos, pruebas… mil veces está escrito que es la moto que permite hacerlo todo: desde conducción deportiva hasta viajes sin descanso, con un súper-motor que quizá es el más robusto fabricado jamás en ninguna moto y seguro el de más duración de fabricación mantenida en el tiempo por Japón: en el 2.015 Yamaha anuncia una revisada XJR con retoques estéticos pero con el mismo corazón: el tetracilíndrico en línea refrigerado por aire, suave e irrompible de toda la vida, aunque eso sí, bastante despotenciado en su versión moderna.
Escribo una vez más sobre una FJ porque en este caso es una moto casi de serie y me vuelve a cómo era mi 1100 cuando era la R1 de la época (bastante más cómoda, claro, no había que tener los brazos largos y las piernas cortas como un orangután para estar cómodo en ella, a diferencia de una R moderna). La FJ de Mingo representa lo que se puede conseguir simplemente poniendo a punto correctamente una FJ de serie, sin más trucos ni modificaciones.
Vayamos primero a lo que es diferente en la moto de Mingo a la de serie: bomba de freno (imprescindible), latiguillos metálicos (necesarios por la caducidad de los originales) y escapes, aunque son homologados. Nada más… sí, la pintura. La verdad es que no me gusta nada porque la hace muy discreta y nada excepcional, pasa desapercibida. Un año de estos la pinta Mingo y va a quedar espectacular.
La cuasi-manía perfeccionista de Mingo por su moto hace que ésta esté absolutamente impecable. Cuando te montas en ella y pulsas el botón de arranque casi ni suena. Muy a lo XJR, que son motores con un cigüeñal más pesado y menos potentes, pero que les hace más suave en bajos. La sensación en los primeros metros es de ¡moto nueva!, ¡es que hasta huele a nueva! Increíble. Acentuado el feeling con el cuadro de XJ900 que Mingo le ha instalado, con unas agujas más suaves en su movimiento que las originales de FJ.
No parece una FJ abrupta a bajas revoluciones. Una impecable puesta a punto de carburación hace que la moto de Mingo acelere desde 0 como una turbina. Saliendo entre coches la moto se siente como una esfera, pequeñita y gorda por el bajo carenado, pero se mueve muy bien de lado a lado y frena con 1 dedo.
Saliendo a un corto tramo de autopista la moto acentúa esa sensación de salir de 0 y responder sin titubeos subiendo de vueltas como una exhalación. También es verdad que la mínima protección de la cúpula hace que parezca que vamos más deprisa de lo que en realidad vamos, justo todo lo contrario que con mi Honda que compartía salida: su enorme cúpula hace que parezca que vas siempre parado… impresiones subjetivas.
Tomando las primeras curvas en la larga subida al pico del Teide desde La Laguna la moto se convierte en automática y se puede llevar en 3ª todo el rato, saliendo desde los regímenes más subterráneos. Suave, dulce, progresiva, parece un motor XJR… hasta que desde 6.000 rpm te das cuenta que no, que sube muchísimo más deprisa de vueltas y busca feroz la línea roja. Decir de Mingo que aunque lo suyo con los trapitos raya lo maníaco obsesivo, no tiene ningún complejo en zumbarle a su moto o en prestársela a este menda para que le zumbe, porque para eso son las motos, para usarlas.
Los frenos son una maravilla: puestos a punto y con una bomba decente están al nivel de los muchísimos más modernos de R1 montados en mi FJ: frenas con dos dedos, fiables, con tacto y suaves, y feroces si lo necesitas sin necesidad de apretar la maneta a lo bestia.
Olvidaos de cualquier basura que podáis haber oído de los anti-hundimientos de las FJs. En su época los “listos” los bloqueaban. En la moto de Mingo, con buena bomba de freno, en perfecto estado de funcionamiento y con unos muelles de horquilla progresivos Hagon el comportamiento delantero es espectacular, mucho mejor que en las FJ posteriores: el antihundimiento es como un regulador de compresión de hidráulico: mantiene la moto sin casi hundirse al frenar mientras la suspensión absorbe los baches prácticamente escaneándolos, con un control total y un tacto fantástico. Por cierto, el amortiguador trasero es el original y funciona a la perfección con sólo el truco del muelle hecho.
Hay que hacer una mención especial a los Avon AV45 y AV46 que monta la moto de Mingo: blanditos y de perfecto agarre. La moto es muy manejable porque la estabilidad de la FJ gusta de neumáticos no direccionales que la hagan más ágil. ¡Absolutamente fantásticos! Para quien no haga mega-viajes con cambio de ruedas por el camino estos neumáticos demuestran que no hace falta para nada cambiar las llantas en una FJ, excepto para tener más variedad de montajes. Hay que pedirlos con tiempo porque no son fácilmente conseguibles, y no hay otras marcas en radial para llantas de 16 excepto quizá los próximos ContiClassic Attack, cuando salgan en medida correcta para la rueda delantera.
Una ventaja adicional del grueso perfil es la amortiguación que proporcionan en mal asfalto: con unos reglajes semejantes a mi propia FJ, la moto de Mingo lo absorbe todo y vas descansado, mientras en mi FJ notas los baches y al conducción es más incómoda.
¡Absolutamente brillante! Repasando la parte ciclo y el motor de una FJ de serie puedes disfrutar de una verdadera hyper-bike. Y sin exagerar. Una moto que en curvas y con firme un poco bacheado (cada vez más en nuestras carreteras gracias a los políticos saqueadores, por desgracia) puede ser un arma terrorífica para ir deprisa y con todo el confort del mundo, y con un motor irrompible que con 100.000 kms. es como se empiezan a sentir sueltos y a andar de verdad.
Es una moto realmente para todo. En el 2.015 una FJ ha vuelto a ganar el CRMC británico y en pre-injection y clásicas en Alemania y Reino Unido llevan años arrasando. Pocas motos hay que den tanto y tan versátiles por tan poco precio.
¡Aprovecha y compra una mientras sigan baratas!
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